sábado, 5 de febrero de 2011

PARA MI PRINCESITA...


En mis noches de soledad, me pregunto por mi vida, por mis aciertos y mis errores, por todas las cosas que he realizado...¿Porqué no volver a nacer?... porque sería retornar de nuevo por las mismas situaciones, las tristezas, los sinsabores, los ratos amargos, las pesadumbres, las lágrimas... la decepción... volver a sufrir... volver a reír... volver a llorar, a llorar...

Sin embargo, todo el sufrimiento de mi alma y cuerpo se desvanece cuando tú le sonríes; tú quien con una sola palabra puede elevarme hasta tocar el cielo y hundirme en la pena más amarga al ver una sola de tus lágrimas rodar por tu mejilla...

¿Qué no podría hacer por ti?, si tu eres mi vida, por tí y por la sola esperanza de verte y escucharte, sería capaz de mil cosas, de realizar mil proezas, de hacer mil locuras... Por tí, porque formas parte de mi ser, de mi mente, de mi alma y ni el tiempo ni la distancia podrán apartarte de ahí...

Perdona a este tonto si alguna vez te hizo llorar, si alguna vez te lastimó, si no pudo comprenderte, si su amor te llegó a herir, sólo perdónalo y sigue amándolo, como él lo hace contigo...

Te amo mi princesita, mi niña, mi hermosa hija... Te amo, solamente te amo...
Con todo mi cariño, para ti Pequeñita, Feliz día del Amor y la Amistad.


                                            Manuel Acosta Sánchez
Sala de Lectura Horizonte Literario

OLOR A TIERRA MOJADA


Oigo caer la lluvia y mis sentidos se agudizan, te grito y solo el eco de mi voz responde.
Cierro los ojos y nos vemos como antaño tomados de la mano corriendo, queriéndonos guarecer de la lluvia; escucho el estruendo de los truenos que me vuelven a la realidad.
La luz de los relámpagos lastiman mis ojos, recuerdos, recuerdos… solo eso me queda y eso es lo que me mantiene viva.
Te siento, te huelo, te percibo pero… solo son fantasías, quiero creer que estás conmigo como hoy que llueve y ese olor a tierra mojada me trae tu recuerdo y soñaré y soñaré que has vuelto hijo.

María Blanca Márquez de Patiño
Sala de Lectura Horizonte Literario

Pensando en ti...



 Cómo no pensar en ti... Si cuando cierro los ojos, tu imagen perfecta viene a mi mente, siento tu presencia como si estuvieras aquí, muy junto de mí y casi puedo besar tus labios, sentir tu piel, respirar tu aroma...

Como no pensar en ti... Si mi cuerpo y alma te desean cada vez más y cada parte de mi ser me exige volverte a ver, a hablarte una vez más, únicamente una vez más...

Como no pensar en ti... Si recuerdo tus ojos bellos, mirándome tiernamente, tus sensuales labios rojos entreabiertos, esperando a ser besados y ese suave... suave y dulce sabor de tu boca...

Cómo no pensar en ti... Si siempre estás en mi pensamiento, impregnada en mi piel y fundida a mi corazón...

Dime entonces ¿Cómo no pensar en ti?...

Con amor para ti Chaparrita... Feliz Día de los Enamorados



                                                             Manuel Acosta Sánchez
                                                             Sala de Lectura Horizonte Literario
                             Poza Rica, Ver.

Carta al Niño Dios.

Querido Niño Dios:


            Sentada en un sillón te quiero platicar que estoy en la última etapa de la tercera edad, pensando si veré la llegada del Año Nuevo. De todos modos doy gracias a Dios Padre porque me ha dado setenta años, de los cuales recuerdo con claridad aquellos que marcaron mi infancia; imborrable está en mi mente los días que pasábamos encerrados por el intenso frío que sentíamos y que penetraba más porque la casa techada de palma tenía muchas aberturas y las puertas estaban destartaladas, mis padres tenían que prender tercios de leña porque no teníamos ropa para dormir y el aire calaba hasta los huesos.

            ¡Diciembre, mes bonito! Recuerdo que en la Nochebuena nos vestían de pastorcitos, aunque fuera con trajes de papel y sandalias de cartón, contentos en la iglesia cantábamos: “En Belén a medianoche un niñito nacerá, un niñito nacerá, alegraos pastorcitos que el que nace Dios será, que el que nace Dios será”…”toquen las panderetas ruido y más ruido, porque las profecías ya se han cumplido, sí, sí, ya se han cumplidoooo”. ¡Así se te adoraba  niño Dios! No existía el ¡Jo, jo, jo! de Santa Claus, quien actualmente ha desplazado a los Santos Reyes; recuerdo que ansiosos esperábamos la llegada de estos magos, sin rosca ni chocolate como ahora. No sin antes cantar en la iglesia: “Gaspar, Melchor y Baltasar, son los reyes magos de la ilusión; ellos vienen del lejano oriente, a la adoración del niño Dios, con su cargamento de juguetes y su vieja y legendaria tradición”.

            Una noche del cinco de enero nuestros padres nos dijeron: niños, a dormir, pues si se han portado bien algo les van a traer los Reyes Magos; como taquitos para el lonche nos acostábamos, amontonados, tapados con una sola cobija; yo al menos no me dormí, luego esperé a ver por donde entraban los Reyes Magos…hasta ahí llegó mi inocencia. Ya en la madrugada alcancé a ver a mis padres que sigilosamente colgaban en un mecate, arriba de nosotros, bolsitas con cacahuates para cada uno. Al amanecer busqué una muñeca, aunque fuese de cartón, pero nunca llegó.

            ¡Cómo ves! Niño Dios, a pesar de las carencias fue lo mejor; añoro esa etapa de la vida, con respecto a la Navidad y Reyes Magos; además porque durante el año se jugaba con los hermanos, en los patios grandes llenos de vegetación, a correr, brincar, rodar, cantar y jugar rondas infantiles, a trompos, yoyos, comiditas, canicas, etc.; podíamos jugar en la noche a la luz de la luna y rodeados de cocuyos, ¡no había peligro! Así se fue formando Hilda (la niña), contrario al YO adulto, quien tiene que estar alerta para poder sobrevivir.

            Para despedirme sólo quiero pedirte que por el resto de mi vida, no te salgas de mí, tienes muchas cosas que me mantienen viva.

                                                           María Hilda Herrera Juárez
Sala de Lectura Horizonte Literario