Queridos Melchor, Gaspar y Baltazar:
Quisiera empezar esta carta diciéndoles que me he portado muy bien, que he cumplido con todos los propósitos del año anterior, que he sido una buena persona y no he dicho mentiras… ¡pero no es cierto! Es por eso que este día solo quiero pedirles lo siguiente:
Tráiganme PACIENCIA, para resolver los problemas que se me presenten, un poco de SABIDURIA que me permita tomar la decisión adecuada, mucha EMPATIA para poder comprender a mis semejantes, sobre todo cuando se sientan ofendidos por una acción mía que consideren injusta; regálenme también de ser posible, la cantidad adecuada de CORDURA, no más, no menos, puesto que no quiero perder a ésta locura que me hace sentir, desear y amar con arrebato…
Concédanme también con la ALEGRIA, mi escudo fiel cuando la soledad me ataca; obséquienme SALUD, AMOR y DICHA que permitan borrar de mi memoria, los hechos que torturan y que embargan…
Si no es mucho pedir, denme TRABAJO, pues quiero demostrar al mundo mi valía, otórguenme también muchos PROBLEMAS que pongan a prueba mi coraje y salpiquen con sabor toda mi vida, porque ¡ah que aburrida sería ésta sin contrariedades!, más no me dejen sin la ESPERANZA de poder en algún momento resolverlos.
Sé que tal vez mis peticiones sean disparatadas, más déjenme que pida mis últimos deseos: permitan al desamparado SACIAR SU HAMBRE y SED, que aquél que implora JUSTICIA la vea alcanzada, denle a todos FÉ infinita, que nos haga creer y amar al Dios eterno y nos permita vernos como hermanos…
Manuel Acosta Sánchez
Sala de Lectura Horizonte Literario
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